La semana pasada, el Congreso de la CDMX aprobó sanciones para abolir las terapias de conversión sexual.
Con 49 votos a favor, 9 en contra y 5 abstenciones, las reformas al Código Penal tipifican esta práctica que pretende “curar” la homosexualidad.
Y es que estas “clínicas” en las que la gente que entra sufre todo tipo de torturas físicas y psicológicas son un terror.
En ocasiones son obligados a ver películas pornográficas con personas del mismo sexo, almismo tiempo que son sometidos a tortura. Algunas veces se les aplican descargas eléctricas o se les dan medicamentos para provocar náuseas y vómito. En otras ocasiones son sometidos a violaciones tumultuarias.
Después se les organizan “agradables” encuentros sexuales con personas de sexo opuesto para reforzar ese comportamiento.
Además, se involucra un alto contenido religioso, para también hacer sentir culpables a quienes desean estar con personas del mismo sexo.
Los daños provocados a personas en esas clínicas son trastornos que quedan de por vida.
Y es que las personas homosexuales son más propensas a sufrir problemas psiquiátricos como ansiedad y depresión, y esto es por el temor a aceptar abiertamente su preferencia sexual; muchas veces son estigmatizados y rechazados incluso en sus propias familias.
Celebran reforma
De acuerdo con el reporte What Harm is it? Conversión Terapia Servidor (2019) 74% de las personas que sufrieron estos tratamientos aseguró sentirse “dañado”, “muy dañado” y “devastado en la vida”; y en su mayoría señala que como resultado de dichas terapias sufrieron o reforzaron sentimientos como vergüenza, depresión, desprecio hacia sí mismos y falta de autoestima.
Y es que este tipo de tratamientos, cuyo término más exacto es el de Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG), engloban maltrato físico, privación de la libertad, violencia económica y hasta violaciones grupales con el pretexto de “curar” a gais, lesbianas o personas de su sexualidad o identidad de género.
Y es que, aunque parezca ridículo, hasta hace poco, la homosexualidad estaba incluida en los manuales de psiquiatría como un trastorno mental; una alteración de la conducta que podía curarse con terapias y tratamientos, hasta que hace 45 años, en 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría la retiró del Manual de diagnóstico de trastornos mentales.
Diecisiete años después, el 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades. La OMS determinó que la homosexualidad era una variación natural de la sexualidad humana por lo que no se podía considerar como una condición patológica.
Pese a que estas medidas fueron avaladas por la comunidad científica internacional, hoy en día, hay quienes promueven todo tipo de terapias para cambiar la condición sexual y “curar” a los homosexuales.
De acuerdo con la expresidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México y actual directora de la Unidad de Género de TV Azteca, Jacqueline L’Hoist Tapia, las llamadas “terapias de conversión” deberían ser llamadas “terapias de represión”, ya que buscan suprimir el goce de la sexualidad humana.
Para la especialista una de las razones para que los homosexuales recurran a este tipo de “tratamientos” es la presión ejercida en su entorno social, ya que cuando la familia, amigos y compañeros de escuela o trabajo son homofóbicos, el acoso llega a un grado en el que la persona desea que ya no se dañe más su dignidad.
Uno de los métodos empleados para “curar” la homosexualidad tiene que ver con el tema religioso; estas terapias se fundamentan en tomar a la homosexualidad como un “pecado”, advirtiendo que quien la practique se va a condenar ya que es antinatural.
Este tipo de terapias promueven, por decirlo así, más que amor hacia Dios, el temor hacia Dios, quien los puede castigar por sus preferencias. Es por eso por lo que en este tipo de “clínicas” o “escuelas para padres” se busca “salvar las almas de los pecadores”.
En 2018, el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero, Víctor Madrigal-Borloz, señaló que las terapias de conversión sexual van desde tratos crueles, degradantes e inhumanos hasta algunos casos que equivalen a un acto de tortura.
La recién aprobada ley sanciona de 2 a 5 años de prisión y de 50 a 100 horas de trabajo comunitario para quien obligue o practique “sesiones psicológicas, psiquiátricas, métodos o tratamientos con la aplicación de violencia física, moral psicoemocional, con tratos crueles, inhumanos o degradantes en contra de la dignidad humana” con el fin de menoscabar la orientación sexual, identidad y orientación de género.
Además, se establece un agravante si la persona que recibe la terapia es menor de edad,por lo que la pena se aumentará en una mitad.
El dictamen aprobado en sesión extraordinaria contempla la reforma del artículo 206 bis al Código Penal local para sancionar los tratamientos de las actividades que atentan contra la libre autodeterminación en materia de género de las personas.
Y es que estos tratos crueles e inhumanos que se aplican en clínicas de este tipo son imperdonables.
Hay decenas de clínicas en todo el país, muchas veces las propias madres o padres son los que internan a sus hijos en estos lugares, casi siempre por ignorancia.
Es un avance lo que ha hecho el Congreso de la CDMX, pero estos espacios para “Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género,” deberían tener consecuencias penales no sólo en la CDMX, sino en todo el país. Es una violación absoluta a los derechos humanos.
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