Hace exactamente dos meses, Xóchitl Gálvez se posicionaba en el número 17 del ranking de presidenciales, de acuerdo con datos de un conglomerado de encuestas (PollsMx). Hoy se encuentra en la posición seis. En realidad, no es que su plataforma o sus propuestas hayan escalado o hecho un gran eco. Su despegue ha sido en gran parte propulsado por el propio Presidente, quien en el afán de emprender una guerra más contra un rival político, ha tenido como efecto colateral la promoción de una candidata de oposición más similar a él.
La heredera de la narrativa y la ideología de López Obrador es Claudia Sheinbaum. No sorprende que ella sea la corcholata favorita del Presidente en la carrera hacia la Presidencia en 2024. Sin embargo, quien encarna una trayectoria más parecida al propio AMLO es Xóchitl Gálvez. Ambos han enfrentado obstáculos, críticas y censura de las personas en el poder; los dos poseen un don para comunicar con la base electoral y su popularidad se enciende con la basura que arrojan sus enemigos. Gálvez ha aprovechado cada ataque de AMLO para revirar con más fuerza.
Desde el 12 de junio, López Obrador ha mencionado casi 40 veces a Xóchitl en sus mañaneras. En ese mismo lapso, las aspiraciones de Gálvez evolucionaron de la Jefatura de la Ciudad de México a anunciar hace unas semanas que perseguiría la Presidencia de la República. No es coincidencia. Subirse al ring con el presidente atrae reflectores, llena las redes sociales y se infiltra en la opinión de las personas. En un país donde sólo el 63% de las personas lee periódicos o fuentes de noticias de forma cotidiana, crear tendencias en redes y colocarse bajo la sombrilla mediática del Presidente es la mejor manera de darse a conocer.
Altán, competencia sucia en celulares
En paralelo, Gálvez posee características semejantes a las de AMLO. La posición del retador, víctima de los ataques de quien gobierna, voz de los grupos excluidos de la visión presidencial y crítico de la gestión actual, ya no le pertenece a AMLO, por lo que Xóchitl la ha adoptado. Claudia ha apostado por la continuidad, la emulación y la afinidad con su mentor, mientras que Gálvez puede capitalizar aquello que eclipsa el legado del Presidente. Cabe resaltar que gran parte de la campaña de AMLO se basó en desdeñar las administraciones anteriores y proponer lo opuesto. Irónicamente, ésa es la fortaleza de Gálvez.
En el judo, el objetivo es utilizar la fuerza del oponente para derribarlo. A lo largo de su trayectoria política, AMLO articuló una narrativa para enfatizar los errores de sus antecesores y hacer eco de las voces que no se sentían representadas. Esa fuerza que construyó puede ser su propio rival, al ser la principal arma de la que él mismo ha seleccionado como su contrincante.