Terminó la Convención Nacional Demócrata y las campañas por la presidencia de EU entran en su fase final y definitiva. Kamala Harris ha sido oficialmente nominada y aprovechó la ola de entusiasmo para darle la vuelta a las encuestas, colocándose apenas por encima del republicano Donald Trump. Sin embargo, el margen es mínimo y no le asegura el triunfo.
Si recordamos las elecciones en las que Clinton perdió contra Trump, nos daremos cuenta de lo complejo que es hacer una predicción. Clinton iba arriba de las encuestas y, de hecho, ganó el voto popular.
Es decir, más personas votaron por ella y aun así perdió porque la votaron menos en los estados clave que le dieron la victoria a su contrincante. Así las cosas, la ventaja que presenta Harris es menor y la elección se definirá nuevamente en los llamados estados “bisagra”.
Altán, competencia sucia en celulares
En este escenario, es vital pelear por atraer a nuevos sectores del electorado. Los latinos han sido históricamente poco participativos. Así, siendo la segunda minoría más numerosa, representan un botín electoral de gran importancia. En general, el latino ha votado en una proporción de dos tercios a uno en favor de los demócratas. Sin embargo, la tendencia en las últimas tres elecciones deja ver un crecimiento constante en el apoyo a los republicanos.
El voto latino es decisivo e imprevisible. En su mayoría se trata de personas jóvenes, por lo que tienden a favorecer a los demócratas. Sin embargo, sus culturas y tradiciones los identifican más con una tendencia conservadora. Me parece que Trump no tendrá mayor complicación para atraer a su tajada a latinos simplemente continuando con su discurso aparentemente profamilia y valores (aunque él mismo sea el contraejemplo de sus palabras), mientras que
Harris necesita salir a las calles a movilizar a miles de jóvenes que no se sienten integrados ni motivados a participar.
Un grave y común error es considerar a los latinos como un bloque. No sólo son millones de personas, sino que tienen procedencias, niveles socioculturales y preocupaciones diversas. No son un electorado sencillo de atajar y su falta de movilización es muestra de que no se ha entendido aún cuál es su conformación. Siendo un porcentaje elevado de la población estadounidense, incluso llegando casi a 50% en algunos estados, un trato de “minoría” resulta inadecuado.
La cara demográfica de Estados Unidos está cambiando y los latinos son una de las principales razones de ello. Aún no hay suficiente representación política de ellos en ambos partidos, lo que se refleja en estrategias más bien fallidas para su atracción. No son un bloque uniforme ni minoritario. Entender esto podría ser la clave y defina una elección tan cerrada como la que estamos presenciando.