Arturo Damm Arnal

Iliberalismo económico

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Comienzo este Pesos y Contrapesos como terminé el anterior: desafortunadamente abundan las posturas iliberales, comenzando por la economía, y para muestra el párrafo tercero del artículo 25 constitucional.

¿Qué entiendo por postura iliberal? Cualquier ideología, cualquier idea preconcebida de cómo debe organizarse la sociedad y cómo deben comportarse las personas para lograr esa organización, comportamiento que, una de dos, o se asume voluntariamente, lo cual sucede con quienes sí se identifican con los fines y medios de la ideología, o se impone por la fuerza, lo cual ocurre con quienes no se identifican con los mismos.

Buen ejemplo de una postura iliberal lo tenemos en el tercer párrafo del artículo 25 de la Constitución, en el cual leemos que “el Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional”, lo cual suena bien porque lo que el Estado hará es planear, conducir coordinar y orientar, y lo contrario es la improvisación y el ahí se va, y porque lo planeará, conducirá, coordinará y orientará es la actividad económica nacional, de cuya buena marcha depende nuestro bienestar. ¡Qué bueno que el Estado, que para todo efecto práctico es el gobierno en turno, planeé, conduzca, coordine y oriente la actividad económica nacional!

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la actividad económica nacional es una abstracción y que lo que existe son las actividades económicas individuales, que abarcan desde la producción hasta el consumo, por lo que la única manera de planear, conducir coordinar y orientar la actividad económica nacional es planeando, conduciendo coordinando y orientando las actividades económicas individuales, desde la producción hasta el consumo, pretensión propia de una ideología, de una idea preconcebida de qué se debe, desde producir, hasta consumir, pretensión claramente iliberal, porque quienes deben decidir qué se produce, eligiendo qué se consume, son los consumidores, tal y como sucede en una economía de mercado en el sentido institucional del término, en la cual los derechos de los agentes económicos a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, para demandar, comprar y consumir; y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, y sobre los ingresos necesarios para poder demandar, comprar y consumir, están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, algo que no sucede si el gobierno planea, conduce, coordina y orienta las actividades económicas individuales, única manera de planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional.

El liberalismo es un principio rector de la conducta: respetando los derechos de los demás, y asumiendo el riesgo y la responsabilidad, haz lo que quieras, y mientras los productores, oferentes y vendedores respeten los derechos de los demandantes, compradores y consumidores, y estos los de aquellos, mientras haya Estado de Derecho, que cada uno haga lo que le dé la gana, sin que el gobierno pretenda planear, conducir, coordinar y orientar sus actividades económicas, tal y como se propone en el iliberal artículo 25 de la Constitución, que hay que desaparecer, junto con muchos otros párrafos.