Arturo Damm Arnal

¿Qué hacer? ¡Nada!

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El 24 de marzo de 2020, el tipo de cambio alcanzó su máximo histórico, 25.1185 pesos por dólar. De entonces a la fecha, con los naturales altibajos a lo largo del camino, suma 40 meses de apreciación, la racha más larga en la historia del tipo de cambio.

Al momento de escribir estos Pesos y Contrapesos se ubica en un mínimo anual de 16.7858 pesos por dólar, lo cual dio como resultado, desde el máximo histórico, una apreciación de 8.3327 pesos, 33.17 por ciento.

¿Qué hubiera pasado si, a partir del máximo histórico, en vez de la apreciación del 33.17 por ciento, hubiéramos tenido una depreciación de la misma magnitud? Hoy el tipo de cambio sería de 33.4503 pesos por dólar, con todo lo positivo para quienes se les pagan en dólares y gastan en pesos, y todo lo negativo para quienes se les pagan en pesos y gastan en dólares.

¿Qué es preferible, una depreciación del 33.17 por ciento o una apreciación de la misma magnitud? La respuesta más socorrida es depende: si me pagan en dólares y gasto en pesos me conviene la depreciación, porque por cada dólar recibo más pesos, pero si me pagan en pesos y gasto en dólares me perjudica, porque por cada dólar debo pagar más pesos. Parece que no hay una respuesta única, que todo depende. Pero si el problema económico de fondo es la escasez, no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis, lo que conviene es que los precios sean los menores posibles, y el precio del dólar está relacionado con el precio de lo importado que, en una economía abierta al comercio exterior, como la mexicana, tienen su importancia, tanto para la producción (importación de materias primas, de maquinaria y equipo), como para el consumo (importación de bienes de consumo). Desde este punto de vista conviene que el tipo de cambio baje lo más posible.

Hace unos días, platicando del tema, alguien, convencido de que no conviene que el precio del dólar baje más, por el efecto negativo sobre las exportaciones, me preguntó ¿qué hacer con el tipo de cambio?, pregunta equivalente, por ejemplo, a ¿qué hacer con el precio del jitomate, o de los zapatos, o de las licuadoras, o de los libros? o, en general, ¿qué hacer con los precios? Mi respuesta fue: nada, seguir como hasta ahora, con la libre flotación del tipo de cambio, por la que se determina, día tras día, según la oferta y demanda de dólares en el mercado cambiario, con la ventaja de que cualquier presión, al alza (depreciación) o a la baja (apreciación), sobre el tipo de cambio, se desahoga el mismo día, evitando que se acumulen, lo que sucede cuando se manipula el tipo de cambio, imponiendo una paridad fija o una banda de fluctuación.

La libre flotación no evita que el tipo de cambio se mueva, al alza o a la baja, pero sí evita las crisis cambiarias. En México el tipo de cambio flota libremente desde 1995 y, de entonces a la fecha, y ya son 28 años, no hemos tenido una crisis cambiaria, como no la tuvimos cuando, entre el 18 de febrero y el 24 de marzo de 2020, el tipo de cambio pasó de 18.5712 a 24.1185 pesos por dólar, depreciación del 29.87 por ciento, en tan solo 35 días, ni la hemos tenido en estos 40 meses de apreciación.

Mañana, con calma, explicaré qué es una crisis cambiaria y cuáles son las ventajas de la libre flotación.