Arturo Damm Arnal

El reto (1/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
Por:

El anterior Pesos y Contrapesos lo terminé afirmando que el gran pendiente en México es hacer de la economía de mercado en el sentido literal del término, que sí tenemos, una economía de mercado en el sentido institucional del término, que no tenemos, para lo cual hay que empezar por eliminar el capítulo económico de la Constitución.

Éste está compuesto principalmente por los artículos 25 al 28, más el 123, en donde se habla del salario mínimo, y el 131, en donde se habla de las facultades del Ejecutivo Federal en materia de comercio exterior, capítulo económico de la Constitución que es contrario a la economía de mercado en el sentido institucional del término, siendo ésta aquella en la cual los derechos de los agentes económicos están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, derechos que son a la libertad individual para ofrecer, producir y vender, para demandar, comprar y consumir, y a la propiedad privada de los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, y de los ingresos necesarios para poder demandar, comprar y consumir, derechos que en México no están ni plenamente reconocidos, ni puntualmente definidos, ni jurídicamente garantizados, con el resultado de que la mexicana, que en el sentido literal del término sí es una economía de mercado, no lo es en el sentido institucional, lo cual es propio del Estado de chueco, no del Estado de Derecho.

En el sentido literal del término son de mercado las economías en las cuales el intercambio (y eso es el mercado: el intercambio entre compradores y vendedores), es la actividad económica central, en torno a la cual giran todas las demás, de tal manera que se produce para vender y se compra para consumir. La mexicana sí es una economía de mercado en el sentido literal del término: la mayoría de nosotros producimos para vender y compramos para consumir, participando en una enorme red de intercambios, consecuencia de una amplísima, profundísima y complejísima división del trabajo. En el sentido institucional del término son de mercado las economías en las cuales los derechos de los agentes económicos, a la libertad individual y a la propiedad privada, están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados. La mexicana no es una economía de mercado en el sentido institucional del término: los derechos de los agentes económicos no están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, y la mejor muestra son el párrafo cuarto del artículo 28 y el párrafo quinto del artículo 25 de la Constitución, que hacen posible la violación del derecho de propiedad privada sobre los medios de producción y, desde el momento en el que la propiedad privada de los medios de producción es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual para producir, ofrecer y vender, también hacen posible la violación del derecho a la libertad individual para producir, ofrecer y vender.

Es increíble que el capítulo económico de la Constitución (suponiendo que una Constitución deba tener algo tan específico como un capítulo dedicado a la economía), esté redactado en los términos en los que lo está, plagado de erros desde el punto de vista de la economía, y de contradicciones desde el punto de vista de la lógica.

Continuará.