Arturo Vieyra

Consumo e inflación: binomio imperfecto

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Son muchas las variables de las que hay que seguir el curso para tener una evaluación correcta sobre el desempeño económico. En este sentido, el consumo privado o de las familias, tanto por su dimensión (dos terceras partes del PIB) como por su relevancia para el nivel de bienestar de la población constituye una de las variables fundamentales del entorno macroeconómico.

A pesar de que la reactivación del consumo ha sido constante después de la pandemia, ésta ha mostrado múltiples afectaciones que han provocado que su recuperación no sea tan vigorosa.

En efecto, a partir del tercer trimestre del año 2021 el consumo de las familias muestra una recuperación sostenida, incluso, al término del año pasado su nivel ya supera en 2.7%, el que se tenía antes de la crisis, a finales del 2019. Definitivamente, ésta no es una gran noticia, ya que recuperar el nivel previo a la crisis tomó dos años y medio. La pandemia y la crisis generaron una pérdida irreparable.

Sorprende que durante el año pasado el consumo en México avanzó a una tasa anual de 6.1%, casi el doble que la del producto nacional. Los principales determinantes de la recuperación del consumo se ubican en la apertura ya total de actividades, la recuperación del empleo, el vigoroso avance de las remesas, en los apoyos gubernamentales vía los programas sociales y en el hecho de que los salarios pudieron incrementar su poder adquisitivo de forma sostenida a pesar de la alta inflación.

Desafortunadamente, el panorama para este 2023 no luce tan positivo. Existen factores que anticipan una baja en el dinamismo, y lo que también es preocupante es que se muestran un deterioro importante en la calidad del consumo.

El elemento que actualmente más reduce las posibilidades de una expansión más vigorosa del consumo es la inflación. El rápido crecimiento de los precios visto en los últimos meses es el principal enemigo de los salarios, reduce su poder de compra. Los precios en febrero alcanzaron una tasa anual de 7.6%, incluso si tomamos el indicador de la canasta básica del Inegi el avance anual es de 8.8%; es decir, que la mayor parte de la población ha perdido una buena parte del poder de compra que se había ganado con los aumentos salariales registrados el año pasado.

Ello también ha mermado la calidad del consumo, pues si consideramos que el precio de los alimentos es mucho mayor que la inflación general (12.4%, incluye procesados y agropecuarios) la ganancia que se ha registrado en los salarios reales se destina a comprar los mismos alimentos ahora más caros, limitando de forma importante la capacidad de consumo de bienes duraderos.

Otro factor que afecta de forma importante es la pérdida del poder adquisitivo de las remesas, que si bien vienen creciendo medidas en dólares, si las ajustamos por la apreciación del tipo de cambio y por la inflación, es decir, las medimos en pesos reales, ya muestran en enero una caída de -3.5%. A ello se suma el incremento de las tasas de interés que seguramente limitarán el crédito al consumo durante este año.

Es en este sentido, el control de la inflación es el mayor reto de las políticas públicas para impulsar el consumo de las familias que, a lo más este año avanzará a una tasa del 2.5%, menos de la mitad que el año pasado.