Arturo Vieyra

Estabilidad Macroeconómica: un activo en riesgo

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La situación económica por la que México atraviesa en la actualidad es muy compleja y nos ubica en el centro en un enorme cambio que resulta sustancial en muchos sentidos, no sólo en términos de la vorágine inflacionaria que impacta a nivel global, sino también por la fragmentación que sufre el modelo globalizador derivado de las crisis geopolíticas que marcará nuevas formas de organización productiva entre las distintas regiones del orbe.

Los últimos dos años y medio marcados por la pandemia, la crisis y la inflación galopante, todo ello a nivel global, pasarán a la historia de nuestro país y del mundo como un parteaguas entre un paradigma económico y social que se agota y el surgimiento de uno nuevo que hoy todavía no logra vislumbrarse con nitidez. No obstante, los cambios se perciben con un carácter profundo, incluso radical, que implican modificaciones también sustanciales en nuestros hábitos de consumo, costumbres y las distintas formas de interpretar y abordar la realidad. Todo ello viene aparejado con modificaciones sustanciales en el desempeño y quehacer de la economía.

En México, en paralelo al surgimiento de este remolino global, vivimos un cambio de gobierno que, a más de tres años de su ascenso al poder, ha pretendido cambio de régimen, cuyos objetivos de terminar con la corrupción y lograr mejores y mayores beneficios sociales a la población menos favorecida, no terminan por solidificar del todo a más de la mitad del mandato.

Efectivamente, por desventura, los resultados en materia de crecimiento económico y bienestar social no sólo no se han alcanzado, incluso hay rezagos importantes que tomarán años en recuperar. Injusto sería atribuir totalmente este incumplimiento de los objetivos propuestos a la falta de compromiso de la actual administración. El golpe en materia de salud y crecimiento económico ha sido devastador, como lo fue en la mayor parte del orbe, provocando la crisis económica más grande de la historia.

Falta aún tiempo y mucho análisis para emitir un juicio claro y objetivo sobre el desempeño de la actual administración, que seguramente la historia más adelante nos dará. Empero, debe reconocerse que uno de los mayores aciertos de la actual administración ha consistido en un manejo prudente de la macroeconomía. Una mayor eficiencia de las finanzas públicas, incrementar los ingresos tributarios (sin impuestos adicionales y mayores tasas y en contexto de caída en el PIB), mantener la austeridad en el gasto y, en consecuencia, controlar el balance primario y la deuda pública. Respetar la autonomía del Banco de México, permitiendo que la lucha contra la inflación cobre la eficiencia necesaria.

Es justamente este acierto el que ahora está en riesgo, la inflación galopante, especialmente en alimentos, está mermando de forma preocupante la estabilidad macroeconómica. Atacar la inflación es una prioridad fuera de toda discusión ideológica o de partido, el daño que provoca sobre empresas y consumidores ya es de consideración, con mayor impacto en los segmentos más desprotegidos de la población. Si bien los orígenes y causas de la inflación son externos, Banco de México debe ser firme en sus decisiones a fin de frenar las expectativas y mantener su credibilidad.

Por otro lado, México posee una posición comercial privilegiada que le permitirá expandir su potencial de crecimiento en el mediano y largo plazo. Así lo muestra la invitación de Estados Unidos para sumarse al proyecto de producción de semiconductores. Es sólo el principio del nuevo orden, hay que aprovecharlo, pero para ello es prioritario mantener la estabilidad económica, que ha sido un activo fundamental.