Arturo Vieyra

Inflación impone límites a la política monetaria

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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Los recientes resultados de la inflación correspondientes a la primera mitad de agosto no fueron satisfactorios. El INPC de nueva cuenta continúa al alza, alcanza un nuevo escalón al aumentar a tasa anual hasta 3.99% desde 3.66% en la segunda mitad de julio.

Este nuevo nivel de inflación, que prácticamente ya se ubica en el límite superior del intervalo de variabilidad del objetivo puntual de inflación del Banco de México (3% +/- 1 punto porcentual), enciende las primeras señales de alarma para la autoridad monetaria.

Destacan varios elementos. En medio de la pandemia que implicó compras de pánico en marzo presionando al alza los precios de alimentos procesados, con una depreciación anual del tipo de cambio cercana al 10%, incrementos constantes en los precios de la gasolina y el gas LP y expectativas de inflación de corto plazo al alza (de marzo a la fecha el consenso de analistas ha incrementado hasta 3.7% desde 3.0% la estimación de la inflación para el término de este año), el balance de riesgos inflacionarios se ve sesgado al alza, ello a pesar de que la contracción de la demanda ha sido muy acentuada y representa un contrapeso importante.

Asimismo, las tendencias al interior del INPC no marcan necesariamente una fase alcista que sea sólo temporal o un cambio en precios relativos. Tres elementos llaman la atención. El primero se refiere a la inflación subyacente. Sigue mostrando una tendencia al alza derivada de los mayores precios de las mercancías -ya muestran un avance anual de 5.32% versus 5.20% en la quincena previa-, en tanto que las cotizaciones de servicios -que venían como un factor de contrapeso- también muestran mayor crecimiento anual hasta 3.5% desde 3.38%.

En segundo lugar, observando el crecimiento anual de los 299 genéricos que componen el INPC, se tiene que, en la primera mitad de agosto, el 58% avanza a una tasa mayor al 4%, y menos de la mitad a tasas menores de este límite. En tercer lugar, ante las perspectivas de mayor crecimiento mundial, las cotizaciones del precio del petróleo implicarán mayores cotizaciones de los combustibles, especialmente de la gasolina.

Hacia adelante, la crisis sanitaria seguirá imponiendo presiones sobre la oferta de mercancías como alimentos procesados y medicinas y algunos otros servicios, las presiones sobre el tipo de cambio van a persistir dado que la incertidumbre financiera prevalecerá en tanto no se consolide una vacuna y, aunque en mucho menor medida, si hay recuperación, ello reducirá el impacto de la baja demanda sobre la caída de precios.

Con todos estos elementos, y la inflación actual al límite de lo permisible, se imponen fuertes restricciones a la continuidad del ciclo de bajas en la tasa de interés por parte de Banxico y, así poder seguir impulsando el crecimiento económico. En todo caso, todo dependerá de la trayectoria de la inflación, que como arriba se menciona, tiene pocas probabilidades de reducirse de forma acentuada. Estimo que, lo más probable sería otra baja en la tasa de interés de 25 puntos base hacia finales del año.