Arturo Vieyra

Menor crecimiento a la vista

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Cifras recientes confirman que, al primer trimestre del año, la economía mexicana ya se encontraba en el borde de una pendiente a la baja, es decir, que después de un buen desempeño durante el 2022 y principios de este año, estamos por comenzar un proceso de desaceleración productiva.

¿Qué tan inclinada será la pendiente hacia abajo por la que atravesará la economía en los últimos tres trimestres del año? Es una pregunta cuya respuesta los analistas, hasta ahora, consideramos que será moderada y que llevará a un crecimiento del PIB cercano a 2 por ciento; sin embargo, algunos datos recientemente publicados despiertan preocupación pues marcan una desaceleración ya muy acentuada desde finales del primer trimestre.

En primer lugar, está el moderado ajuste a la baja en la segunda estimación del PIB del 1T23, que señala un crecimiento trimestral de 1 por ciento, ligeramente por debajo de la estimación oportuna del Inegi, de 1.1 por ciento. Respecto al mismo periodo del año anterior, el PIB aumentó 3.7 por ciento (cifras desestacionalizadas) versus 3.8 por ciento de la estimación preliminar. Los servicios y la producción industrial impulsaron el avance de la actividad económica.

En segundo lugar, hay que tener claro que, si bien las cifras del PIB implican una aceleración productiva en el primer trimestre respecto al cuarto trimestre del año pasado, esta tendencia no logró mantenerse firme. Cifras del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, proxy mensual del PIB) muestran en marzo una desaceleración de la actividad económica. Así, como ya habíamos anticipado en este espacio, el IGAE en marzo registró una caída de 0.3 por ciento respecto a febrero. Los tres grandes sectores productivos reducen su actividad en marzo respecto al mes previo.

Desafortunadamente, la mala cifra del IGAE no es un dato aislado, por el contrario, considero que es el preámbulo de la desaceleración que, incluso a la luz de nuevos datos, podría ser más acentuada que lo esperado. En este sentido, las cifras tanto de la demanda interna como de las exportaciones ya marcan un dinamismo menor.

En tercer lugar, de acuerdo con los datos de comercio exterior de abril, sorpresivamente las exportaciones se redujeron, especialmente las manufactureras, cuyo comportamiento va de la mano con el mercado de los Estados Unidos. Asimismo, algunos datos de consumo muestran un comportamiento preocupante, como las caídas en términos reales de las ventas en los últimos tres meses de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) y la desaceleración de los ingresos en establecimientos minoristas reportados por el Inegi.

En cuarto lugar, las remesas, además de que en dólares han venido perdiendo dinamismo, ya en abril, si se descuenta la inflación y la apreciación del tipo de cambio, reportan una importante caída anual de 7.3 por ciento, es decir, los receptores de remesas ahora tienen menos poder de compra que hace un año, incluso, es probable que en meses siguientes se recrudezca esa tendencia.

Las cifras recientes ubican los riesgos sobre el crecimiento económico para este año por el lado negativo. Pero, por otra parte, la debilidad del crecimiento favorece la lucha contra la inflación, la cual, según los datos de la primera quincena de mayo, sigue ganando terreno paulatinamente.