Arturo Vieyra

México y EU: perspectivas paralelas

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hemos anotado en reiteradas ocasiones en este espacio que el precio que habrá que pagar por bajar la alta inflación será un menor crecimiento, e incluso, una recesión técnica —dos trimestres consecutivos de caída de la producción nacional—.

No obstante, ha sido bastante notorio como durante los últimos meses las noticias económicas de México y de Estados Unidos vienen apuntando un mejor desempeño respecto a lo esperado por los analistas, ello ha venido configurando una ola de optimismo que difícilmente puede rebatirse en esta primera mitad del año.

En efecto, las previsiones económicas han sido consistentemente erróneas en cuanto a crecimiento e inflación, apuntando un mejor desempeño en ambos aspectos. En el caso de Estados Unidos, los datos del mercado laboral —empleo y salarios— y crecimiento económico continúan mostrando fortaleza. Ello ha sido especialmente relevante en el actual contexto de altas tasas de interés que, junto con el retiro de prácticamente todos los estímulos sociales, la mayoría de los especialistas esperaríamos una mayor ralentización de la actividad económica. El mejor desempeño económico respecto al esperado se ha traducido en un continuo ajuste al alza de los pronósticos de PIB para este año de Estados Unidos, cuyo consenso ha pasado de 0.9% en septiembre del 2022 a 1.3% en junio de este año (Encuesta Bloomberg 26 junio 2023).

Pero esto sólo es una parte de la sorpresa, quizá lo que más llama la atención es que la resiliencia de la economía real ha venido acompañada de un descenso importante de la inflación en el país vecino pasando del 9% a 4% anual, ello sin un aumento del desempleo. Para cualquier economista este comportamiento puede sonar contraintuitivo. Sin embargo, el optimismo tiene que ser moderado, lo que señalan las tendencias actuales es básicamente que: (1) la desaceleración del vecino del norte no está descartada, más bien será menos acentuada que lo esperado; y (2) posiblemente, el letargo económico que se viene anticipando derivado de la política restrictiva se pospuso, quizá uno o dos trimestres. En consecuencia, seguimos hablando de una desaceleración de la economía de Estados Unidos que ya da señales de actuación en algunos sectores como el hipotecario y el manufacturero.

La economía mexicana lleva un camino paralelo a la norteamericana tanto en el desempeño reciente —mejor a lo esperado— como en las mayores expectativas de crecimiento, a la par de que también muestra una tendencia descendente de la inflación con expectativas estancadas. No obstante, desde mi punto de vista, los riesgos negativos son más acentuados en materia de inflación y los positivos son mayores en cuanto a crecimiento.

Las expectativas para este año de crecimiento del PIB se incrementan y ya alcanzan una tasa de 2.2% desde 1.0% en enero. La mayor inversión ha venido apuntalando las mejores perspectivas. Para la inflación los pronósticos se mantienen anclados alrededor del 5%, posiblemente se ajusten a la baja a la luz de los últimos datos de inflación.

En mi opinión, el hecho de que en México la inflación de alimentos sea todavía muy alta (10.7% versus 5.2% el índice general en la primera mitad de junio) y de que el sector manufacturero de EU ya esté en franco declive, son dos señales de alarma, ya que son factores de riesgo latentes y mayores. En general, las noticias y la perspectiva son mejores.