Bernardo Bolaños

Xóchitl, Claudia y el futuro

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En su discurso del 1º de septiembre en el Senado, Xóchitl Gálvez enunció algunas ideas de política educativa: “Proponemos que a los jóvenes se les capacite en idiomas, código, habilidades digitales y certificaciones laborales”. Parece obvio. La falta de conocimientos computacionales es quizá el analfabetismo del siglo XXI. Y, al mismo tiempo, algunas capacidades que permitieron a los humanos inventar las computadoras se están volviendo obsoletas gracias a esos mismos ordenadores. La mayoría de los japoneses ha reducido su conocimiento de ideogramas (kanji) debido a la proliferación de teléfonos inteligentes y computadoras. La inteligencia artificial se podrá usar para programar.

Cuando las nuevas tecnologías reemplazan oficios y profesiones ¿los seres humanos debemos parecernos o diferenciarnos de los robots? Tremenda discusión sobre la enseñanza de las matemáticas tendrá que darse. Porque éstas estructuran el pensamiento de los niños y no es que puedan aplicarse así nomás, directamente en problemas prácticos, sin primero haberse enseñado como ejercicios mentales abstractos. Pero, del otro lado, hay que reconocer que hacer operaciones mecánicas con símbolos matemáticos no siempre es pensar, y que en el siglo XXI las computadoras cambian nuestra relación con las matemáticas.

Si Beatriz Paredes hubiera ganado, tal vez enfatizaría la necesidad de promover la lectura (que conecta los hemisferios cerebrales, mejora la memoria verbal y el pensamiento llamado “maquiavélico”). Frente a la inteligencia artificial nos quedará como último reducto el mundo de la cultura, que es el mundo de la vida en oposición al mundo del sistema. No sólo las series en las plataformas de streaming, sino la música en vivo, ver el partido del equipo local en el estadio local, osar regresar al teatro. Esa también es lucha contra el cambio climático: desconectarse de la pantalla que gasta electricidad. Puede parecerle una utopía a algún mexicano, pero no lo es para alguien que vive en París o Toronto. Debemos aspirar para nuestro país lo que gozan en sociedades menos violentas y más dispuestas a darle a sus ciudadanos facilidades para administrar el ocio. Algunos jóvenes compatriotas ya lo saben y defenderán con su voto la casa de la cultura donde practican karate y asisten al taller de dibujo. Porque ése es el mundo de la vida y vivir no es sinónimo de ser perezoso. Porque una vida sedentaria de trabajo en la oficina es tan dañina como la de un fumador. Y, como piensan trágicamente algunos chavos, “primero me hago dealer que dejar que una empresa me explote más de 8 horas y sin pagar las horas extras”. Por eso los jóvenes defenderán con su voto que no regrese el outsourcing.

Al mismo tiempo, no es incorrecto lo que propone Xóchitl. Primero está comer, tener empleo.

La 4T, y Claudia Sheinbaum en particular, ampliaron la cobertura en educación superior. Pero será necesario evaluar si el mercado laboral está acogiendo positivamente a los egresados de las nuevas instituciones. Cada título universitario debería ser un certificado laboral. ¿Pero lo es realmente?