Bibiana Belsasso

Del Che Guevara a la CNDH

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso
Bibiana Belsasso
Por:

Colectivos de víctimas y feministas que tomaron las instalaciones de la CNDH exigen ser escuchadas directamente por las autoridades, a quienes acusan de ni siquiera recibirlas o apoyarlas con sus recomendaciones.

Las autoridades parecen no querer dialogar. Rosario Piedra Ibarra está escondida y no quiere dar la cara.

La titular de la CNDH, Rosario Piedra, ni con la toma de las oficinas ha apoyado a las víctimas, solamente se ha limitado a decir que no renunciará a su cargo y que la toma de las instalaciones es un acto muy sospechoso.

Piedra Ibarra no tiene legitimidad para estar al frente de la CNDH, que hasta hace muy poco funcionaba y apoyaba a las víctimas. Ella no se responsabiliza, hace política para sus afines, con un sueldazo y, además, con prestaciones que casi nadie tiene.

¿Qué se puede esperar de esta mujer que llegó a su cargo en medio de protestas, empujones y caos; en donde no hubo una nueva ronda de votación para eliminar de una vez por todas las sospechas de fraude; en donde hubo más votos que votantes?

Pero regresemos a nuestro tema: ¿cómo empezó la protesta?

María Isela Valdez se volvió noticia nacional cuando se arrodilló ante López Obrador en Palacio Nacional para pedirle justicia en el caso de su hijo, Roberto Quiroa, desaparecido en Tamaulipas en 2014, y tras lo cual le prometió: “Te lo voy a entregar”, según cuenta. Ha pasado más de un año desde esa única vez en que familiares de desaparecidos pudieron reunirse directamente con el Presidente.

Así que María Isela y otras víctimas del Colectivo 10 de Marzo instalaron hace unos meses un plantón en la puerta de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) para exigir un trato digno, entre otras demandas.

El pasado miércoles 2 de septiembre hubo una reunión de ese colectivo con la titular de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, al que acudieron otras dos víctimas de San Luis Potosí: Marcela Alemán y Silvia Castillo, madres, respectivamente, de una niña víctima de violación y de un joven asesinado.

Piedra Ibarra sólo se limitó a decir que las carpetas estaban mal integradas y tendrían que volver a San Luis.

Ambas madres entraron a las instalaciones y pasaron la noche al interior de las oficinas, lo que provocó que grupos radicales llegaran al inmueble con el argumento de apoyarlas.

Tras la toma, fue exhibida la comida refrigerada, cortes finos de carne y el café gourmet en la cocina de la CNDH, también quemaron las sillas y algunos papeles sobre la calle.

Pero Piedra Ibarra sigue sin querer recibir a las víctimas, madres de hijos abusados o secuestrados.

Hoy se cumple una semana de que los familiares de víctimas tomaron las oficinas de la CNDH, y Piedra Ibarra sigue sin dialogar con ellos.

Y como a las madres de las víctimas se les han unido algunas mujeres identificadas como integrantes de grupos de choque, que durante años han aprovechado las protestas para infiltrarse y realizar desmanes, la situación se complica aún más para las madres y las víctimas.

Esto nos recuerda a lo ocurrido cuando el Auditorio Justo Sierra, de la UNAM, fue tomado por meses durante la huelga de 1999-2000 por grupos que se declararon estudiantiles, aunque no lo fueran.

Después de unos meses de haber comenzado la huelga, Juan Ramón de la Fuente quedó al frente de la Rectoría de la UNAM. Años después, platiqué con De la Fuente sobre la importancia del diálogo, precisamente en esos momentos álgidos.

Historia conocida

Activistas y reporteros escuchan a una mujer, ayer, afuera de la sede de la CNDH en el Centro Histórico que hoy cumple una semana de haber sido tomada por colectivos de víctimas que reclaman falta de atención del organismo que encabeza Rosario Piedra.
Activistas y reporteros escuchan a una mujer, ayer, afuera de la sede de la CNDH en el Centro Histórico que hoy cumple una semana de haber sido tomada por colectivos de víctimas que reclaman falta de atención del organismo que encabeza Rosario Piedra.Foto: AP

BB: Te toca la huelga de la UNAM…

JRF: ¡Esa larguísima huelga! La más larga en la historia de la Universidad…

BB: Platícame ese momento crítico, ¿cómo se piensa, cómo se hace la estrategia para que entre la fuerza pública?

JRF: Es un momento en el que había ya, desde antes de que yo tomara posesión como rector, muchísimas demandas judiciales por parte de profesores de la Facultad de Derecho, del abogado general de la administración anterior a la mía, muchísimos universitarios habían ya fincado demandas por despojo, porque en realidad la Universidad estuvo secuestrada por estos grupos durante tanto tiempo; yo llegué iniciando una serie de diálogos públicos, sin condiciones...

BB: Pero llega un momento en que el diálogo, si estás con una contraparte que no acepta razones y que tiene su agenda propia, no se llega a ningún lado…

JRF: 97 diálogos públicos, tres o cuatro al día, transmitidos en vivo en los medios de comunicación y, en efecto, eran muchos de ellos un diálogo de sordos; nos dejaban plantados, etcétera, pero yo lo que quería era mostrar la voluntad absoluta de escucharlos, de entenderlos…

BB: ¿Después del diálogo qué pasó?

JRF: Ésa es una decisión que, en un momento dado, toma un juez frente a las demandas que existían, que por cierto, debo decir, yo no las finqué, pero entonces viene una orden judicial y viene el desalojo de Ciudad Universitaria (CU). Que debo decir dos cosas sobre este tema, uno: hasta donde yo recuerdo, siendo muy doloroso para cualquier universitario que esto ocurra, para mí lo fue al grado que al día siguiente me reuní con la Junta de Gobierno y les dije: “Si ustedes creen que es el momento para hacer el relevo del rector, está a su disposición mi renuncia”.

La huelga llegó a su fin, pero el auditorio cambió de nombre a Che Guevara por el grupo que ocupó el espacio. Era el más grande e importante al interior de CU, sede de conciertos de la orquesta filarmónica de la UNAM, pláticas de Octavio Paz y José Saramago; además de ser considerado, desde 1963, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Han pasado 21 años desde la toma, y el espacio sigue ocupado por cuatro colectivos que se autodenominan “autogestivos, anarquistas y punk”.

Así, el recinto se ha convertido en vivienda y negocio para sus okupas (miembros del colectivo Okupa Che), un espacio al que los universitarios sólo pueden acceder de manera limitada.

Lo habitan personas con antecedentes penales o que son investigados por delitos como narcomenudeo, daño en propiedad ajena, amenazas, robo, lesiones, ataques a la paz pública y a las vías de comunicación.

La parte superior está inhabilitada para el público en general; ahí instalaron un salón de tatuajes y perforaciones; las butacas ya no existen e incluso hay un negocio de comida vegana.

El tema de cómo recuperar el Auditorio Justo Sierra ha sido abordado por años. Los ideales por los que, se dijo, se había tomado, ya ni existen.

Hoy de ese diálogo del que habla Juan Ramón de la Fuente nada sabe Rosario Piedra Ibarra, y de la CNDH, que hasta su llegada apoyó a miles de víctimas, haciendo recomendaciones al Poder Judicial, podría acabar en poco tiempo como el Auditorio Che Guevara y las víctimas desamparadas.