“Quería ganar la rifa del avión para hacer una escultura”

MUY PERSONAL

BIBIANA BELSASSO
BIBIANA BELSASSO
Por:
  • Bibiana Belsasso

El pintor, escultor, muralista y grabador Manuel Felguérez falleció esta semana en su casa de la Ciudad de México a los 91 años de edad, víctima de Covid-19. Él era uno de los últimos integrantes de la Generación de La Ruptura, movimiento artístico surgido en la segunda mitad del siglo XX, que se desligó de los postulados del muralismo.

Referencia obligada de la cultura nacional, ocupa el punto más alto del arte abstracto mexicano. Platicamos con el analista y escritor Federico Reyes Heroles (FRH), quien fue amigo cercano del maestro Felguérez, sobre la vida y obra de uno de los principales creadores de los siglos XX y XXI.

FRH: Tuvimos la oportunidad de conocer al maestro Manuel Felguérez y a Mercedes, porque es difícil separar a la pareja. Creo que los jóvenes a veces no se dan cuenta de lo que implicó pertenecer al Movimiento de la Ruptura; estamos hablando de quizá la cabeza principal de los artistas que nos llevaron a tener la posibilidad de ver arte abstracto en México. A Felguérez, que murió de 91 años y tenía una juventud sensacional, le tocó todavía el estatismo en el arte, esta intención del Estado mexicano, como ocurría en la Unión Soviética y en los países periféricos, de que el Estado impusiera líneas estéticas y entonces veníamos del muralismo, de ver a Diego y a Orozco y a Siqueiros y estar viendo que no es una crítica, pero los muros de nuestra nación se utilizaban para hacer propaganda política, no eran exclusivamente arte, y al Movimiento de la Ruptura, de los cuales habría que citar a Vicente Rojo, que nació en España pero perteneció a ese movimiento, y a gente más joven como Arnaldo Coen, Lilia Carrillo, en fin, a esta gente le tocó romper con eso y decir: “Nosotros no queremos que nos paguen, queremos ser libres y expresarnos como queremos”. Hay que recordar que en ese momento ya había pintores como Rothko, en Nueva York, estábamos viendo ya por supuesto en Europa muchísimo arte abstracto de pintores como Picasso, que devinieron en cubistas; o el propio Diego, que pasó por el cubismo, pero que en México se vieron bloqueados, y a Manuel Felguérez le tocó abrirnos las puertas visuales y tratar de que pudiéramos educarnos en el arte abstracto, y a eso entregó su vida. Se dice fácil, pero hoy cualquiera puede ir al Museo Tamayo o al Museo de Arte Moderno o al MUAC y ver arte abstracto y lo consideramos parte de nosotros, porque el arte abstracto es universal y esa es quizá, diría yo, la mayor aportación artística de Manuel, pero tuvo muchas otras.

Algo que era muy característico de Manuel y Meche, es la generosidad. Estar abierto a la opinión de los otros es un acto de generosidad que disminuye la soberbia, entonces eso hacía que ver a los Felguérez siempre fuera muy grato”

Federico Reyes Herole, Escritor y analista

BB: Manuel fue un ser humano extraordinario y también uno de los más importantes artistas de este país, pero no tuvo el reconocimiento de otros, de un Toledo, de un Tamayo, ¿por qué?, ¿era por su sencillez?

FRH: Yo diría que sí. Creo que Manuel fue, en buena medida, no te digo que culpable, pero responsable; no buscaba los reflectores, era un hombre de una sencillez total y además tuvo muchos reconocimientos que le valieron a él suficiente, ¿a qué me refiero?, él fue de los que estuvo en el Grupo de Osaka, este grupo que seleccionó Fernando Gamboa para llevar arte a la Exposición Mundial, y eran siete artistas mexicanos y él estuvo ahí, lo que es más, a él le tocó recuperar esa obra que está en el museo que lleva su nombre en la ciudad de Zacatecas. Manuel recibió muchos reconocimientos: el Premio Nacional, hay una obra suya en Naciones Unidas, que fue por un concurso internacional que ganó Felguérez por México, vamos a ponerlo así, y tuvo muchos reconocimientos. No era un hombre que anduviera buscando las entrevistas, ni necesariamente estar brillando, pegándose de codazos con los otros y creo que esto le dio una calidad humana enorme, ¿por qué?, porque no perdió tiempo. Entonces produjo mucho porque traía la mente puesta en su producción, no necesariamente en dónde iba el otro caballo; si Tamayo lo estaba rebasando o si no sé quién ya había formado un grupo y eso es algo bien interesante. Manuel no formó un grupo, fue maestro de muchos porque enseñó en la Universidad Iberoamericana, en el departamento de arte que estaba en la entonces escuela en lo que hoy es San Ángel Inn; él fue un maestro muy reconocido, como ha habido otros, por supuesto, pero Manuel siguió siendo un maestro sin que eso supusiera imponer cánones estéticos, que es algo muy difícil, porque la mayoría de los maestros tratan de dejar una huella que haga que los pupilos sean “hijitos de”.

BB: Platícame de Manuel Felguérez, tu amigo.

FRH: Manuel era una presencia gratísima, ¿a qué me refiero? Él nunca se creyó las ceremonias, nunca se creyó ser el gran maestro, cosa que Tamayo sí, también me tocó tratar a Tamayo, pero era muy distinto. Manuel era un ser humano muy tranquilo, muy sencillo, que aplicaba la norma de que tú eras igual de valioso que él y que quería aprender de ti; llegaba a la casa con sus pantalones y sus zapatos viejos a platicarte lo que acababa de ocurrir en el día o de algo que era muy característico de los dos, de Manuel y de Meche, es la generosidad, es por desgracia un don no muy común, ¿la generosidad en qué?: “Te recomiendo esto, te recomiendo lo otro; te regalo esta impresión de un gráfico, ¿qué opinas de esto?”. Estar abierto a la opinión de los otros es un acto de generosidad que disminuye la soberbia, entonces eso, como comprenderás, hacía que ver a los Felguérez siempre fuera muy grato. No había ceremonia, lo que quería la pareja era impulsar una línea de arte, por eso crearon el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez y lo crearon ya mayores los dos, y es una maravilla.

De izq. a der.: la ministra de la SCJN Norma Piña; Valeria, hija de Federico, y Manuel Felguérez (qepd).
De izq. a der.: la ministra de la SCJN Norma Piña; Valeria, hija de Federico, y Manuel Felguérez (qepd).Foto: Especial

BB: ¿Y cómo te recibían?, ¿cómo eran esas sobremesas?, ¿cómo platicaban?, ¿qué visión del mundo tenía el maestro Felguérez?

FRH: Le gustaba echarse un buen whisky o dos, andaba con su pipa, comida sencilla, pero sana y, como él decía: “Mire, yo me eduqué en París y en París yo tomaba puro vino barato, entonces no se preocupen por abrir grandes vinos”. ¿Qué te puedo decir?, una gran sencillez. La de los Felguérez en una zona muy popular, en el sur de la Ciudad de México, sales y junto hay una vulcanizadora y enfrente hay un taller de bicicletas. Manuel tenía una vertiente muy constructiva, ingenieril, siempre estuvo en obra. La última vez que fuimos a su casa a recogerlos Mercedes se quejó amargamente de que ya estaba Manuel construyendo otro cuarto; o sea, no podía dejar de construir, de imaginarse espacios y, mucho humor, era un hombre de  mucho humor. Por ahí conté la anécdota de que cuando estábamos hablando de lo del avión presidencial un día me dijo: “¡Nombre, que lo donen! Yo, mira, lo desbarato, saco las piezas y hago una escultura”; creo que eso te lo pinta de cuerpo entero, ése era Manuel. Lo vamos a extrañar muchísimo.  Allá en el museo, en la parte de atrás del museo hay un taller para hacer gráfica, que él puso para invitar a un maestro de gráfica a que compartiera sus conocimientos y tiene una habitación para compartir y compartir y producir y producir; siempre estaba produciendo, siempre se rebelaba contra sí mismo, llegaba frente a un cuadro y decía: “No, sí, sí, pero pudo haber estado mejor”, el azul no sé qué o le sobraba rojo, lo que hubiera sido. Realmente una pérdida para el arte mexicano y para la vida cultural en el sentido de que teníamos a un miembro del Colegio Nacional de Artes Gráficas de primer nivel, que yo creo que con el tiempo va a ir creciendo y creciendo.