¿Cómo financiará Claudia Sheinbaum, si gana, el gasto social que AMLO le dejará por herencia?
El costo de las pensiones, con una pirámide demográfica que asfixia por ambos costados, cada vez más mexicanos jubilados y ahora un horizonte de vida cada vez largo; en uno de los compromisos en el cual el Estado no tiene margen para fallar.
Otro, expandido por la 4T, son los programas sociales, algunos elevados a rango constitucional que suman miles de millones de pesos a fondo perdido bajo la premisa de un Estado solidario con estudiantes, adultos mayores y madres solteras, entre muchos otros sectores objetivo de becas y apoyos que ahora se han convertido en egresos ordinarios.
En el pasado debate presidencial, al exponer proyectos y hacer promesas de gasto social y recursos dirigidos al bienestar popular, la pregunta sin respuesta fue, ¿con cuáles fondos, de dónde vendrá tanto dinero público?
Porque replicar el mantra lopezobradorista de que con austeridad y honestidad las arcas alcanzan, ya no convence. O al menos no en ese fraseo mercadológico y electorero.
Ya no ser como los de antes, no explica, las cuentas no cuadran. Son demasiados pesos los que consumimos como para no asomarnos más allá de la retórica cuatroteísta.
La lógica económica apunta hacia una sola acción; una reforma fiscal. Pero ésa está proscrita del evangelio 4T. Cualquier iniciativa gubernamental que implique imaginar “nuevos impuestos”, nace muerta.
Entonces, el equipo de la candidata Sheinbaum sabe que lo que queda es construir el segundo piso de la reforma-no-reforma fiscal con la que el gobierno de López Obrador ejecutó, bajo la batuta de Raquel Buenrostro, cuando estuvo al frente del SAT.
Ir tras los grandes contribuyentes, auditorías y alineación, la mala cara de la Hacienda Pública con aquéllos con ingresos anuales superiores a mil quinientos millones de pesos.
Hay cerca de 11 mil 500 grandes contribuyentes. Y en este sexenio, alrededor de 5 mil pasaron por la revisión exhaustiva, pero, sobre todo, exitosa del SAT. Ponerse al día significó ingresos extraordinarios por el orden de 2.3 billones de pesos.
Esa bolsa de recursos sí es seria, no los ahorros en viajes o la pauperización de oficinas públicas por una austeridad ineficiente. Lo que la hoy secretaria de Economía hizo fue dar viabilidad fiscal al Gobierno sin plantear la estigmatizada reforma legal. Sólo la aplicación de la que existe fue suficiente.
Si en este Gobierno, casi la mitad de grandes contribuyentes pasaron a revisión, a la siguiente administración le quedan más de 6 mil cuentas por cuadrar. Dicen los enterados, quizá unos 2.5 billones de pesos para el erario.
Ingresos extraordinarios, bolsas serias y discretas. Ésa será la reforma-no-reforma fiscal que, en caso de ganar, ocupará la próxima Presidenta Sheinbaum.
Después, para quien llegue en 2030, la reforma fiscal será impostergable. Pero por lo pronto, todo en esta vida es “el aquí y el ahora”.