David E. León Romero

Atender las causas

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El fenómeno que nos ocupa no es exclusivo de nuestra región, imágenes de dolor brotan aquí y allá. Medios de comunicación de diversas partes del mundo han registrado la situación que prevalece en torno a los flujos migratorios en el continente americano, específicamente en el intento de familias centroamericanas que buscan llegar a Estados Unidos, con todo lo que ello significa.

En ese esfuerzo cruzan ciudades, pueblos, rancherías, selvas y bosques. Algunos de ellos lo hacen caminando y por algunos segmentos a bordo de algún autobús o un tren, jugándose la vida, y recorriendo un sendero en el que existen tantos riesgos como kilómetros de distancia.

Como motor del andar de las familias, la necesidad de abandonar la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades que imperan en sus países de origen; alrededor de su caminar, una serie de grupos y factores que incentivan y a la vez dificultan la migración para aprovecharse de ella, con intereses políticos y/o económicos.

Muchos niños, mujeres, hombres jóvenes, con algunas pertenencias indispensables, que seguramente se vuelven pesadas, pero necesarias en el andar; con la esperanza de dejar atrás la desolación del pasado y en la búsqueda de un futuro mejor. Se arriesgan en agua y tierra, se envuelven, arrastran y contorsionan para atravesar el alambre de púas sembrado en la frontera sin lacerarse.

Los municipios y ciudades, tanto en territorio mexicano como en territorio estadounidense, registran severas complicaciones para brindar lo mínimo necesario a los migrantes y mantener el orden comunitario. La emergencia está presente y los recursos para atenderla nunca son suficientes.

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no se equivoca al subrayar y cultivar la atención de las causas que provocan la migración. En ese sentido, resulta fundamental combatir la pobreza y la violencia en los países expulsores de migrantes mediante la atracción de inversiones y la creación de empleos. No serán las fronteras las que logren frenar los flujos migratorios, sino la satisfacción de las necesidades mínimas de bienestar de las familias las que logren fijarlos a su territorio. La solución no será inmediata, pero cuanto antes se fortalezcan este tipo de medidas, políticas y programas, mejores resultados se registrarán en el desarrollo de la misma. En voz de Tonatiuh Guillén, la motivación económico-laboral ha sido substituida por la violencia, que ha provocado el desplazamiento de millones de familias en busca de salvar la vida. La primera motivación registrada principalmente en hombres en edad productiva, y la segunda en familias enteras.

Ante grandes retos, deberemos buscar articular soluciones en las que tanto el sector público, privado y social, unan esfuerzos regionalmente. Debemos pensar en dos vías paralelas: la atención de la emergencia en lo inmediato, y la atención de las causas en el mediano y largo plazo. En el proceso, poner a salvo a las familias y lograr que se inserten en una actividad productiva legal, que les permita sostenerse y agregar valor al sitio al que arriban.