Guillermo Hurtado

Salazar Mallén y el complejo de la Malinche

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado
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El 25 de abril de 1942, apareció en la revista Hoy un artículo de Rubén Salazar Mallén con el título “El complejo de la Malinche”. El autor afirma haber descubierto un complejo psicológico padecido por todos los mexicanos, similar al sentimiento de inferioridad que Samuel Ramos había diagnosticado en su libro de 1934 El perfil del hombre y la cultura en México. El complejo de la Malinche, afirma Salazar Mallén, consiste en “la oscura y confusa voluntad, que mana de la subconciencia, de rendir tributo a todo lo extraño y despreciar lo propio”.

Salazar Mallén no utiliza la palabra “malinchismo” —el término se acuñó poco después, en el contexto de la discusión que hubo en los medios en torno a su artículo— pero podríamos decir que lo que ahora llamamos malinchismo se asemeja a ese supuesto complejo padecido por los mexicanos. Dice el autor: “El modo más simple de comprobar su existencia, consistiría en asomarse al trato que se da a los extranjeros en México. Para ellos las genuflexiones, para ellos el respeto, para ellos el servilismo”.

Salazar Mallén reconoce que el origen del complejo está en la Conquista; sin embargo, él afirma que la conquista, por sí sola, no basta para explicar el surgimiento del síndrome. Otros pueblos, como los judíos y los españoles, han sido brutalmente conquistados, no una sino muchas veces, y no han desarrollado esa debilidad. ¿Qué diferencia hubo, entonces, entre la conquista de México y la de esos otros pueblos que generó, entre nosotros, el complejo mencionado? Salazar Mallén responde: “Es en el indio, en el autóctono de la era precortesiana, en donde deben buscarse las raíces del complejo de la Malinche”. El indio, afirma Salazar Mallén tenía una cultura muy primitiva. La diferencia entre la incipiente cultura del indio y la de conquistador español fue tan abismal, que al indio no le quedó otra más que rendirse, entregarse, admirar esa cultura tan superior de su conquistador.

Supongamos que esa hipótesis es correcta. ¿Por qué el complejo de la Malinche había perdurado hasta 1942, cuando la cultura en México no parecía significativamente inferior a la de otros países? La respuesta de Salazar Mallén es brutal: “Fue la cultura, que todavía permanece inaccesible, distante, la que hizo al mexicano aceptar su humillación y recrearse en ella. Y si el complejo de la Malinche ha perdurado, no se apaga, es porque la cultura no ha llegado a México”. Salazar Mallén no niega que hubiera llegado el conocimiento a México. Pero afirmaba que no es lo mismo el conocimiento que la cultura. En México, la cultura, es decir, la cultura de matriz europea, no se había adoptado de manera profunda sino superficial, incompleta, imperfecta. Hemos imitado a los europeos, a los dueños de la cultura, de una manera irreflexiva, como ya había denunciado Antonio Caso. Concluye así Salazar Mallén: “el complejo de la Malinche perdura y se obstina en nuestras latitudes, perdura y se obstina porque ante el espectáculo universal de la cultura seguimos substancialmente, ocultamente, ajenos a la cultura, y los que de ella vienen y en ella nacieron, y esa impresión dan los extranjeros, nos asombran y nos conturban, nos hacen sentirnos interiormente humillados, incumplidos, irrealizables”.

Salazar Mallén no nos explica en su artículo cómo podríamos curarnos del complejo de la Malinche. Afirma que la Revolución permitió que México hiciera “eclosión sin volverse al exterior”, pero que ese experimento duró poco porque fue “torcido y deformado” por el comunismo. Aunque no lo diga, Salazar Mallén piensa que la única salida que se podría vislumbrar era recobrar los impulsos originarios de la Revolución mexicana. Sólo de allí podría surgir una cultura verdaderamente mexicana que no tuviera nada que pedirle a la cultura europea. Pero Salazar Mallén no se muestra optimista. Tal parece que él creía que estábamos muy lejos de curarnos del complejo, es decir, muy lejos de desarrollar una cultura propia.

La huella de las ideas de Salazar Mallén se puede encontrar en El laberinto de la soledad de Octavio Paz, publicado en 1950. Aunque hoy no adoptemos la explicación tan cuestionable —francamente inaceptable— que Salazar Mallén ofrece del fenómeno, el malinchismo sigue siendo un tópico de nuestra discusión colectiva.