Siguen sin confiar

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

A pesar de las muchas versiones sobre la forma en que se entregó o entregaron a El Mayo Zambada, es claro que tendrá que pasar el tiempo para que se pueda obtener información precisa sobre el caso. 

El hecho es que estamos ante un golpe contundente a las entrañas del Cártel de Sinaloa. No pasará mucho tiempo para que veamos cómo se reacomoda esta organización delincuencial que posiblemente nunca volverá a ser lo que fue.

Los términos en lo que a lo largo de muchos años se desarrolló difícilmente se repetirán. Lo que sigue siendo una constante de este tiempo es que la relación que guardan los grupos delincuenciales con las autoridades es clave para su desarrollo.

En México es donde este nexo es evidente y manifiesto. Han sido décadas en que las autoridades han sido cómplices de una relación que permitió a los cárteles desarrollarse de manera monstruosa. Se ha permitido que se muevan a sus anchas en medio de componendas y supuesta convivencia.

Los gobiernos han establecido la relación bajo un pacto no escrito de cogobernabilidad. Durante diferentes sexenios la estrategia ha sido la de intentar atemperar algunos cárteles, pero de manera paralela dejar que se fortalezcan otros.

No hay gobierno que no plantee en su narrativa la importancia de luchar contra el narcotráfico. Cada quien tiene su propio método que igual ha sido el de golpear a unos y dejar a otros, o de plano intentos difíciles de entender, “abrazos no balazos”.

El actual Gobierno planteó una estrategia que en el papel parecía atractiva y propositiva. Decidió atacar las raíces del problema bajo el supuesto de que en la medida en que se vayan creando condiciones de vida diferentes muchos jóvenes dejarían de optar por la vida delincuencial, debido a que tendrían elementos que los inhibieran para ello.

La estrategia en lo general no ha funcionado. Cada vez las organizaciones delincuenciales se nutren de jóvenes que están dispuestos a por pocas cantidades de dinero convertirse en sicarios; en este sentido es espeluznante la entrevista de Sofía Niño de Rivera con quien atentó contra Ciro Gómez Leyva.

El Mayo Zambada es uno de los traficantes que cruza esta historia de lado a lado. Más allá de la forma en que fue detenido estamos ante el fin de una leyenda de la delincuencia organizada. Nunca pisó la cárcel a lo largo de más de 40 años, tenía una enorme influencia no solamente en el cártel al que pertenecía, se le reconoció como un negociador al interior de los grupos delincuenciales y, al mismo tiempo, como un hombre brutal y sangriento sin contemplaciones a la hora de actuar.

Es un personaje que sabe muchas cosas. Está en el momento en donde tendrá que decidir cuál es su estrategia de defensa, la cual puede pasar por un silencio definitivo que lo llevaría a cadena perpetua, o hablar y contar mucho de lo que sabe.

Si esto último sucediera, la clase política de diferentes gobiernos estaría expuesta, lo que incluye al presente sexenio. La razón está en que dirigió o codirigió durante mucho tiempo uno de los cárteles más influyentes en el mundo. No pudo actuar como lo hizo si no fuera bajo el amparo o complicidad de los gobiernos.

Haya sido entregado o se haya entregado la estrategia del Gobierno de EU confirma que las cosas en México no han cambiado. De lo contrario, el Gobierno estaría al tanto de muchas cosas. Si algo quedó claro es que siguen sin confiar en las autoridades mexicanas como sucedió en otros sexenios.

El Gobierno está confuso y taciturno. Suelta nombres riesgosamente sin ton ni son y siguen sin leer bien lo sucedido. La ausencia de información es la estrategia de un gobierno que también es cómplice, pero que para hacer lo que hace no confía en su vecino.

RESQUICIOS.

La polémica desatada por la inauguración de los Juegos Olímpicos no deja de ser atractiva. Francia de nuevo va un paso adelante en la forma de mirar las cosas. Quizá hoy cause escándalo, pero mañana será parte de nuestra plena cotidianidad.