Montserrat Salomón

El fentanilo como arma electoral

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Se acerca el tiempo de elecciones presidenciales en Estados Unidos y, con esto, se avecina una tormenta que desestabilizará la relación bilateral entre este país y México. Las relaciones entre vecinos son complejas, pero cuando inician las campañas cualquier problemática se vuelve una bandera electoral fácil de izar y con grandes dividendos políticos.

En El Paso, con Trump, la satanización de los migrantes como asesinos y violadores enardeció los ánimos y culminó en su promesa más sonada de campaña: el infame muro fronterizo. El muro cumplió con su misión aún sin llegar a ser construido: desató pasiones, aglomeró votantes y movilizó a la base republicana. Hoy, el muro deja su lugar a un nuevo fetiche: el fentanilo.

La fórmula electorera es sencilla: tras cada voto se esconde un sentimiento. Los políticos lo saben y buscan medios para exacerbar sentimientos que lleven a la gente a las casillas. Uno de los sentimientos más sencillos de provocar y que tiene más efectividad es el miedo, que frecuentemente viene seguido de la ira y el odio. Le tememos a lo diferente, a lo que cuestiona el estado de las cosas, nuestras seguridades y costumbres. Así, el migrante es una figura abstracta y oscura ideal para sostener casi cualquier fórmula mercadológica que busque incitar el miedo. Esta vez son los migrantes los responsables del tráfico de fentanilo que mata a miles de estadounidenses cada año. México es el país que lo permite y fomenta; es la fábrica de migrantes, narcotraficantes y asesinos. Es el enemigo común que hermana y moviliza con fines electorales.

Es real que existe una crisis sanitaria en torno al fentanilo. Sin embargo, es un problema que no se resuelve culpando a México y satanizando a los migrantes. Mucho menos parecen viables las declaraciones airadas de algunos líderes republicanos que, buscando la candidatura, hablan de intervenciones militares en suelo mexicano. Las adicciones no se curan a balazos. Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas del mundo. Si de verdad se quisiera atajar este problema se buscarían soluciones multilaterales, atendiendo a la oferta y a la demanda de la droga. Atendiendo el problema en casa y fuera de ella, considerando, además, que China también es un gran productor de esta sustancia, aunque nadie hable de ello, puesto que no resultaría en un empuje electoral como lo es atacar a México.

Lamentablemente los intereses electorales tomarán como rehenes a los migrantes, generando gran tensión entre estos países. Podemos esperar una nueva oleada de odio antihispano en suelo estadounidense. Es más sencillo destruir que construir. El Partido Republicano sigue buscando el poder a costa de herir de muerte la cohesión de un país cada vez más diverso.