Montserrat Salomón

El silencio y el dictador

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis económica y alimentaria… fueron eventos importantes que secuestraron la atención de los medios en los últimos años y que dejaron de lado eventos trágicos que por ser habituales llegaron a considerarse “normales”. Así, nos hemos acostumbrado a la crisis migratoria, a los muertos en las fronteras de nuestro país, a los cuerpos sin vida en el Mediterráneo y al hambre en países colapsados.

El sufrimiento y la desesperación de las personas que han dejado de ser noticia no han aminorado, sino todo lo contrario. Si no son “vistos” poca oportunidad tendrán de recibir la ayuda que necesitan.

Éste es el caso de Venezuela, que ha dejado de ser noticia porque nos hemos acostumbrado al autoritarismo de Nicolás Maduro, a la hiperinflación que mata de hambre a su pueblo y la opacidad de sus procesos internos, incluidos los electorales. Y en esta circunstancia oscura, se acercan nuevamente las elecciones presidenciales en las que Maduro puede volver a ganar gracias al total control que tiene de las instituciones y a la falta de organización que existe en el bloque opositor.

Hace unos años la presión internacional llegó a un punto en el que parecía que Maduro caería por fin. Más de 60 países reconocieron al autoproclamado Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela y las marchas en las calles abundaban en apoyo al nuevo presidente. Sin embargo, Guaidó nunca logró cuajar su movimiento y el interés internacional menguó. A lo más que se llegó fue a la instauración de una mesa de diálogo en México, que quedó congelada y en el olvido desde noviembre pasado. El silencio es el mejor aliado del dictador.

Ahora, un segundo intento de resucitar las negociaciones entre el oficialismo y la oposición antes de las elecciones se dio en Colombia. La intención del presidente colombiano, apoyado por Estados Unidos, fue el lograr acuerdos para condiciones justas y democráticas de cara a las elecciones. Sin embargo, la reunión que convocó a 20 países no llegó a una declaratoria final conjunta, dejando el tema nuevamente en suspenso.

Este nuevo intento de poner a Venezuela en el centro de atención internacional ha tenido muy poco gas. Sin embargo, parece ser la última oportunidad de llegar a las elecciones con alguna esperanza de justicia. Si el movimiento no toma aire, seguramente el resultado será una nueva farsa que perpetúe a Maduro en el poder.

La oposición tiene una oportunidad para organizarse y encontrar un liderazgo firme que ayude a plantarle cara a Maduro. Sus elecciones primarias serán vitales para este propósito. Sin embargo, Guaidó no da color y no hay nadie más en el horizonte. Es lamentable el impasse político y mediático en el que Venezuela afrontará las urnas.