Pedro Sánchez Rodríguez

La marcha del millón

CARTAS POLÍTICAS

Pedro Sánchez Rodríguez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Pedro Sánchez Rodríguez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La semana pasada, cientos de miles de personas salieron a las calles de decenas de ciudades del país para manifestar su apoyo al INE. La movilización, convocada por la oposición, líderes de opinión y empresarios, quienes sostienen, no sin razón, que la Reforma Electoral propuesta por el oficialismo trastoca y pone en riesgo la autonomía y la eficiencia para organizar las elecciones, fue vista por el Gobierno en turno como un desafío y una afrenta.

Por una cuestión de información y la tecnicidad de la materia electoral, es improbable que cientos de miles de personas entiendan a cabalidad, o conozcan precisamente cuál es el agravio que comete la Reforma Electoral en contra del INE. Esto quiere decir que el éxito de la movilización no se debe al cúmulo de personas en contra de la reforma, sino por otras razones, entre las cuales está que la gente salió a defender una institución que está muy presente en sus vidas, el INE, y/o que se manifestó en contra del Gobierno en turno.

El que muchos hayan salido a defender al INE, aun sin entender las luces, sombras y aristas de la Reforma Electoral, es un triunfo del institucionalismo mexicano y del órgano electoral. Esto resalta la importancia de la confianza que se produce a lo largo del tiempo, en múltiples ejercicios electorales que han resultado, ya no digamos en alternancias y cambios en el tablero político, sino en el importante hecho de que todos los ciudadanos tienen la posibilidad de ir a una casilla electoral en su comunidad y tener una o varias boletas electorales, con estándares internacionales de calidad y seguridad, que puede depositar en una urna, para que sea contada por sus propios vecinos.

No es una obviedad decir que el esquema por medio del cual el INE organiza las elecciones, es un caso único a nivel mundial. Lo que produce es que los ciudadanos que participan como funcionarios de casilla, valoran la democracia y valoran la posibilidad de ser parte de quizás el proceso más importante del país. El que los funcionarios de casilla sean elegidos por sorteo durante todas las elecciones democráticas del país, implica que millones de ciudadanos han tenido la oportunidad de participar con ese rol, lo cual incrementa la confianza general de la población en las elecciones y su estima por el INE, como organizador de este ejercicio que es ciudadano.

Sumado a lo anterior, es muy probable que un alto porcentaje de las personas que participan en procesos electorales y participan en la marcha, no sepan que la institución está conformada por un Consejo General, elegido luego de un arduo proceso de evaluaciones técnicas por el Legislativo y, tampoco sepan los nombres, trayectoria, intereses de los integrantes de ese Consejo. Es decir, la manifestación no fue a favor del Consejo General y sus integrantes, fue a favor de la institución que organiza elecciones, de las cuales muchas personas han sido parte. En este sentido, el oficialismo puede atacar a todos los consejeros electorales que quiera, la ciudadanía seguirá defendiendo al INE, porque les pertenece.

Por otra parte, la movilización tiene necesariamente un componente que no se puede ignorar. El hecho de que la gente defienda al INE frente a una Reforma Electoral cuyo contenido es poco conocido, también es una respuesta en contra del Gobierno. Es decir, no sólo se trató de defender al INE, sino también de hacer catarsis en contra de lo que este gobierno representa para las clases medias del país: populismo, arbitrariedad y capricho.

La marcha no es un éxito de la oposición. Los asistentes representan un sector que es susceptible de coaligarse popularmente en contra del Gobierno, que si no es seducida adecuadamente por la oposición, de cara a las elecciones de 2024, se diluiría en los próximos comicios. Me gusta pensarlo más como un llamado de atención de la ciudadanía, para que los partidos de oposición se organicen en una plataforma electoral que sea atractiva y que represente la conservación y la defensa de los valores e instituciones que construyeron el México de los 90 y los 2000, frente a la revolución de las conciencias y el discurso cautivador del populismo de los 2020. Es decir, y con esto concluyo, lo que sugiere esta movilización es que existen los votos para competir en 2024, lo que falta son los partidos.