Valeria López Vela

Estrategia de defensa de un agresor: el caso Donald Trump

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Ayer, el expresidente Donald Trump fue vinculado a proceso por un juzgado de Manhattan. El cargo es por el pago de 130 mil dólares a la stripper Stormy Daniels y coaccionarla para que no revelara su relación extramarital. Parece un delito menor, pero es suficiente para encarcelar al expresidente. Esto no es impedimento legal para que sea candidato del Partido Republicano.

Los últimos días, hemos estado en vilo esperando el momento exacto en que ocurra lo que parece inevitable: que un hombre que sistemáticamente ha desafiado a las leyes estadounidenses, se haga cargo de sus fechorías.

La conducta de Donald Trump ha estado alejada del respeto por las leyes; tanto como empresario como político, al expresidente no le importaba que sus acciones fueran moralmente reprobables o ilegales. El narcisismo exacerbado de Trump le hacía decir frases tan ridículas como “yo soy y seré el presidente de Estados Unidos”.

Pero los últimos años, tras perder las elecciones frente a Joe Biden, Trump ha visto cómo se acumulan las facturas de la justicia. Se estima que la fiscalía tiene más de 70 cargos preparados, aunque ayer solamente lo acusó de 37.

Frente a esto, ¿cómo ha reaccionado Trump? Jurídicamente optó por declararse inocente. Pero, la jugada política es más perversa. Trump y el Partido Republicano han decidido utilizar la estrategia DARVO, que es un mecanismo de defensa utilizado para evadir la responsabilidad por el daño causado a otros.

En pocas palabras, se trata de una táctica de confusión para invertir la culpa. El concepto fue presentado por primera vez en 1997por Jennifer J. Freyd, Ph.D.,profesora de Psicología en la Universidad de Oregon y fundadora del Centro para el Valor Institucional.

En ese sentido, la reacción de Trump corresponde a la típica justificación que ofrecen los agresores que son culpables. Se conoce como DARVO —por sus siglas en inglés— y tiene tres momentos fundamentales: Negarlo todo —Denial—; Atacar —al procedimiento, a la víctima, a la institución— y finalmente Invertir la culpabilidad y hasta que la opinión pública confunda al agresor con la víctima —Reverse Victim/Offender—.

Veamos un ejemplo:

D: (Negar) Trump se ha declarado inocente y “ha negado todo”.

A: (Atacar) Trump declaró ayer que: “Están usando la justicia para ganar elecciones”.

El expresidente aseguró que Joe Biden y el FBI están “usando la justicia para ganar”.

R: (Invertir) Trump señaló que “Biden también ha tomado documentos desde la Casa Blanca y nadie hace algo al respecto”.

V/O: (Convertirse en la víctima). “El único delito que cometí fue defender a nuestra nación de los que quieren destruirla”, sentenció el expresidente.

En el caso de un político o funcionario, la estrategia DARVO puede plantearse de forma institucional. Esto es, precisamente, lo que el Partido Republicano ha hecho arropando al expresidente.

Esta estrategia me parece lamentable y signo inequívoco de culpabilidad. Los ciudadanos estadounidenses, y de todo el mundo, debemos preguntarnos si queremos estados e instituciones que busquen la justicia o que se conformen con las apariencias de ésta. Personalmente, elijo la primera opción, porque no me gusta conformarme con migajas éticas.