Valeria López Vela

Réquiem por Mahsa Amini

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El martes 13 de septiembre, Mahsa Amini fue arrestada por no cumplir una regla de vestimenta: no usó de forma correcta el velo que debía cubrir su cabeza. Testigos presenciales dijeron que fue golpeada mientras estaba dentro de una furgoneta de la Policía; aunadas a las declaraciones, cada día aparece un nuevo video en redes sociales que las respaldan.

Tras pasar 24 horas en el hospital, en coma, la mujer de 22 años falleció el viernes 16 de septiembre. Sólo bastaron 90 horas para que se extinguiera la vida de Mahsa por romper un código de vestimenta religioso. Así, el mensaje es claro para las mujeres iraníes: la ropa por sobre la vida.

Los encargados de la detención fueron elementos de las Gasht-e Ershad, una suerte de policía de la moral que se formó en 2007 para combatir la vestimenta “no islámica”; las Gasht-e Ershad se encargan de que las mujeres cumplan los preceptos del hiyab: vestir abaya, un vestido amplio que cubre todo el cuerpo, excepto la cara y las manos; llevar niqab, un velo que cubra la cabeza, su cabello y el rostro; además de verificar que no utilicen cosméticos.

A pesar de las evidencias, la Policía no aceptó su brutalidad y, en el mejor estilo de las autoridades mexicanas, culpó a la víctima de su propia muerte: falla cardiaca. Para variar, después del asesinato, la única culpable es la mujer que, tras golpes y torturas, ha tenido el mal gusto de morirse.

Por su parte, los señalamientos de la comunidad internacional han sido contundentes pues se trata de un asesinato y de una clara violación a los derechos humanos de las mujeres. “Las circunstancias que han conducido al fallecimiento sospechoso durante la detención de la joven de 22 años Mahsa Amini, como acusaciones de tortura y otros malos tratos, deben ser objeto de una investigación criminal”, declaró Amnistía Internacional.

Sin embargo, como mujer que vive en un país en donde diariamente asesinan impunemente a una persona como yo, lamento que las palabras se hayan vuelto el sucedáneo para la acción; que las sociedades hayamos vuelto a los discursos y a las declaraciones el sustituto de la justicia. La indignación pasiva ha tolerado las injusticias cotidianas en contra de las mujeres.

La indignación que no lleva a la acción es el fermento para la impunidad, pues crea la imagen de que “ya se ha sancionado socialmente”. Y no, no es suficiente.

La indignación sin acción es el disfraz favorito de la hipocresía que sostiene cualquier estructura de dominación. Dejemos de indignarnos, dejemos de normalizar, de vivir escandalizados y no permitamos las injusticias alrededor de las violencias en contra de las mujeres.

Que el recuerdo de Mahsa Amini, y de todas las víctimas de feminicidio en México, sea el acicate para exigir que las autoridades cumplan con sus obligaciones: que se lleve el registro de los casos, que sean datos transparentes, que se sancione a los infractores, y tanto más. Que el recuerdo de cada una sea una bendición, como reza el Kaddish.