Ayotzinapa evoca y provoca ideas, juicios, opiniones e interpretaciones, muchos conocen la palabra, escucharon y se enteraron de su existencia por los lamentables hechos de la desaparición de un grupo de estudiantes. Pocos saben de su historia, razones y sin razones, métodos didácticos y de lucha, objetivos escolares y extra escolares, demandas y presupuestos.
No es una institución autónoma, por el contrario, forma parte del sistema nacional de escuelas rurales, es parte del sistema educativo público, administrado por el Gobierno, fruto de la masificación educativa que tuvo inicio en la segunda década del siglo XX, y como resultado del Estado postrevolucionario mexicano.
Se trata de una institución con la misión de formar maestros capaces de enfrentar los retos que representa una educación de calidad para los mexicanos, contribuyendo al desarrollo integral, para que ejerza plenamente sus capacidades humanas y profesionales en la educación, a través de la participación de todos los actores de manera ética y responsable, en la que su aportación tanto hacia adentro, como hacia afuera de la institución, se supone ética y responsable.
Hace unos días, el exprocurador General de la República, Jesús Murillo Karam, fue detenido por supuestos abusos y arbitrariedades, denunciado por un supuesto testigo protegido. De igual manera liberaron órdenes de aprehensión para varias decenas de personas, supuestamente ligadas a los lamentables hechos. También, de manera irresponsable se filtraron nombres de supuestos personajes ligados a la vida pública actual, involucrados en la fabricación de lo que se dejó llamar, “verdad histórica”, tratando de ligarlos a los acontecimientos y resoluciones de la investigación primaria.
Uno de esos nombres es el del actual responsable de la seguridad en la Ciudad de México, Omar García Harfuch, quien desempeñó cargos de responsabilidad en Guerrero como parte de las fuerzas de la Secretaría de Seguridad Pública. Llama mucho la atención la ligereza de palabra y letra de algunos, parecería que existe una consigna contra algunos personajes y se limitan a replicar información sin sustento.
Lo primero que habría que revisar es lo que verdaderamente estaba haciendo García Harfuch en Guerrero en esas fechas, y si él tenía a su cargo algún operativo, o si en el momento de las acciones, él giró alguna instrucción, o si es mencionado en alguno de los nuevos supuestos videos, puestos a disposición por parte del Ejército Mexicano.
Los dichos, sólo dichos de un testigo protegido, sin mayores elementos, no deben ser tomados como verdades absolutas, bastaría con revisar que el secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, en las fechas referidas de la noche donde desaparecieron 43 estudiantes, estaba comisionado a un estado de la república diferente a Guerrero (Michoacán), y que el mando que él tenía, quedó delegado en un encargado de despacho. Su participación estuvo reducida, en todo caso, a enterarse de lo que pasaba por comunicación indirecta.
Vale la pena hacer un ejercicio real de reflexión sobre lo que se quiere encontrar entre líneas, en la información que se distribuye sobre ciertos temas. ¿No será que Omar les genera ruido a personajes de relevancia política nacional?